La necesidad de contraste puede ser un virus. Dicho vacilocóptero me ha invitado a buscar si hay por ahí otro friki como yo, y la suerte me ha sonreído mellada. La semana pasada me cayeron 15 euros con el euromillones usando los números de Perdidos, y como no se me ha caído aún un meteorito en casa ni ha salido ardiendo el McDonnalds de La Campana (en el que nunca he trabajado, y quizás sea esa la razón de que no haya habido deflagración...), he decidido tentar las suerte y lanzarme a rellenar más boletos con la secuencia Valenzzeti.
Los flipaos somos mayoría. La prueba es que en octubre de 2005 un pavo hizo lo mismo con La Primitiva (Perdidos y La Primitiva en la misma frase... magnífico...). El tipo en cuestión no dice si ganó algo, pero tras terminar de ver la tercera temporada de Perdidos, me lancé a la red para conocer las delirantes teorías que anticipan el futuros de la trama y no ví absolutamente nada de que existiera un paralelismo verídico con la historia del orondo Hurley.
El premio de esta semana es tocho, 54 millones de euros, que viene a ser una cifra similar a la de la saca que recogió la hija de Pablo Escobar en su boda. Lejano, no obstante, de los 180 millones que ha llegado a alcanzar la cotización de premio gordo de este sorteo de proporciones continentales. Un premio que, sin embargo, no volverá a repetirse, al entender la normativa española que semejante óbolo puede considerarse "más elevados de lo que socialmente puede considerarse razonable". Ahí es nada. Supongamos que un conductor de autobús gana la friolera de 30 mil millones de pesetas, que viene a ser la conversión del susodicho premio. Pueden pasar dos cosas: bien que la parada quede colapsada por las colas generadas a partir de que el conductor no haya avisado de que no volvería a sentar sus posaderas sobre el asiento abolillado; bien que por el contrario se dedique a atropellar a todo bicho viviente que se cruce en su camino como fruto del delirio que ha supuesto un hecho que, básicamente, vendría a ser como una vuelta al calcetín moral de su carácter. Después de todo, ha sobrepasado lo que "socialmente puede considerarse razonable".
Meteoritos que revientan viviendas de lujo, Fast-Food Centers que arden fruto de las llamas, premios sometidos a las ciencias sociales, autobuseros que cuelgan la gorra de conductor por la de carkiller... La de recursos que dan de sí seis numeritos...
1 comentario:
Niño echa la primitiva... Abuela, a la puta calle
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